L a cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) del mes de julio en Bruselas no va a ser una cita más, ya que posee todos los mimbres para revivir de forma reforzada el vínculo entre europeos y latinoamericanos. España está llamada a tener un papel protagonista al conjugar su proyección iberoamericana y europea, justo cuando asume la presidencia de la UE en un nuevo escenario geopolítico y geoeconómico mundial.
En un esfuerzo personal, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha colocado Iberoamérica en el centro de la agenda de la Unión. Y la vocación de la Presidencia española en el segundo semestre es impulsar una alianza estratégica que beneficiará a ambos bloques y a sus sociedades. Ya en el Congreso Ceapi de 2021 anunció que lucharía por el envío de vacunas de España y la UE a Latam y por apoyar la financiación a través de multilaterales. Hoy, el haber conseguido después de 8 largos años que se retome el encuentro de jefes de Estado es un importante hito.
En el tablero internacional las antiguas potencias (EEUU y la UE), las más noveles (China, Rusia, Japón y la India) y las recién llegadas (Corea del Sur, los emiratos petroleros del Golfo y sus fondos soberanos) aspiran a ganar influencia en América Latina. Es una región joven, geoestratégicamente bien situada y con abundancia de materias primas (litio, cobre, hidrógeno verde…), claves para la IV Revolución Industrial. Como señala el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, América Latina está «subestimada, subvalorada» y «puede ser el nuevo golfo Pérsico (…) en un mundo que va a prescindir de los hidrocarburos para entrar en la energía sostenible».
De hecho, la apuesta europea por construir economías más sostenibles y verdes para detener el calentamiento global requiere de los recursos naturales y energías renovables que posee Latam. En la producción de coches eléctricos se requieren mayores cantidades de litio, y el 85% de esas reservas están en la región. Además, la estrategia europea por preservar la salud del planeta pasa por apoyar la conservación de la Amazonía y de una Latinoamérica que posee el 40% de la diversidad mundial y 33% del agua dulce.
En esta pugna entre potencias por Latinoamérica, España en particular y Europa en general tienen ante sí grandes desafíos, pero también oportunidades y ventajas comparativas con respecto a otros actores. Washington es la potencia tradicional, pero se halla inmersa en tantos frentes internos y externos que no atiende adecuadamente la situación de sus vecinos. China ha incrementado su influencia en la región de forma ostensible en los últimos años, ha desplazado a Europa como socio comercial y reta a EEUU: es ya el primer socio comercial de muchos países, pero carece de un intangible: 500 años de vínculos europeo-latinoamericanos. Como señala el canciller español, José Manuel Albares, «América Latina es la región más eurocompatible del mundo».
La UE, tercer mayor socio comercial de Latam, mantiene acuerdos comerciales vigentes con 25 países, número que podría ampliarse a 29 si se concreta el acuerdo UE-Mercosur y está entre los principales donantes para la cooperación. América Latina es el quinto socio comercial de la UE. A partir de estos pilares, las posibilidades de la UE y de España de conformar una alianza estratégica con la región aumentan como se va a comprobar en esta cumbre Unión-Celac. El rol de América Latina ya no es el de un actor pasivo y lo que tenga que ser la relación debe nacer de un mutuo acuerdo. Los países latinoamericanos han madurado y adquirido el peso específico suficiente para coliderar el proyecto en igualdad con los europeos.
Un vínculo que se va a forjar en los grandes acuerdos políticos y también en el relanzamiento de las inversiones, que ya tienen un perfil bidireccional. Europa es el primer inversor en la región y desde la crisis de 2008 las multilatinas han desembarcado con fuerza en España como plataforma desde la que proyectarse en el resto de la UE.
La cumbre de Bruselas va a demostrar que América Latina le importa a España pero también que tiene una proyección europea más allá de los Pirineos al existir creciente interés de otros países de la UE (Países Bajos, Alemania, Francia e Italia, especialmente) y el resto de Europa (Reino Unido) por invertir. Y en ese contexto, España más que puente es, por su doble rol de nación europea e iberoamericana, un engranaje entre los dos bloques, la UE y la Celac. Tenemos grandes ejemplos en el proyecto de crear más Iberoamérica y aunar esfuerzos para auspiciar mayores vínculos Latinoamérica-Europa: la Casa Real, el Rey y la Reina, son para muchos de nuestros compatriotas iberoamericanos, la institución que nos une.
España puede desempeñar un papel clave articulando su propio interés nacional (su proyección iberoamericana) con su pertenencia a la UE para, desde esa doble condición, impulsar este proceso de alianza estratégica. De esta manera Latam, España y Europa adquieren la condición no solo de socios comerciales sino de socios geoestratégicos en el diseño de un mundo basado en los valores democráticos y en el multilateralismo.
La cumbre UE-Celac se va a dar en un momento propicio: Europa tiene la voluntad de reconstruir el vínculo y capacidad financiera. «La UE cuenta con instrumentos indispensables y necesarios que pueden contribuir a un mayor crecimiento de Latam con más inversiones», ha dicho el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand, para quien la Presidencia española debe ser punto de partida para relanzar la relación. Y Latinoamérica busca aliados en su camino hacia el desarrollo. Finalmente, ambos buscan autonomía estratégica respecto a Pekín y Washington que solo puede hacerse realidad reconstruyendo la alianza estratégica euro-latinoamericana.